sábado, 28 de julio de 2012

Atrapa y conserva a tus clientes


Miércoles, 13 de junio, San Antonio. Hoy, ha decidido cambiar de lugar para desayunar. Puntualmente, le gusta conocer varios negocios de restauración. Siempre aprende algo. Incluso, en contadas ocasiones, lo que no se debe hacer. Está en el centro de la ciudad de las palmeras, le pilla de paso hacia su lugar de trabajo, un poco más allá de su domicilio, donde, en ventosas noches, todavía le llega el mar de Los Arenales, en forma de suave y salada brisa. Años atrás, hubiera dado unas vueltas, seleccionando el lugar en base a los clientes, aspecto de los trabajadores, incluso diseño del mobiliario. Ahora, echa mano de su blanco smartphone y entra en foursquare. Le ayudará a encontrar el más cercano, conocerá la opinión de sus clientes, comprobará su oferta gastronómica (variedad de tes, pastas, tostadas, ...). Una vez seleccionado el interesante destino, se mueve por el luminoso plano de la pantalla que, en instantes, le lleva a doblar la esquina, donde aparece enfrente, por la derecha, la improvisada cafetería. Al entrar, observa cómo su mobiliario italiano se funde con una tarima de, probablemente, roble francés que evoca a tiempos pasados, combinando colores claros envejecidos. Estilo y funcionalidad en el diseño, un equilibrio necesario. Se reafirma en sus convicciones de calidez en el trato y en el retrato. Se sienta en un confortable, pero firme, sofá. Observa que la prensa permanece huérfana, sustituida por la nueva, electrónica, que se despliega en cada palma de los náufragos que habitan el lugar. Toman nota de su pedido desde una ipad y pronto le sirven un delicioso café, con espumita, acompañado de azúcar moreno o integral. No es el típico azúcar blanco disfrazado, con melaza añadida, ya que no se pegotea en sus expertos dedos de hostelero, más castigados en su parte visible. Lo prefiere al ser más rico en hidratos de carbonoácido pantotémico, y vitamina A y, también, porque posee menos calorías. No ha querido solicitar cómo quería el café, para comprobar cómo se lo servían. Excelentes profesionales, sin lugar a dudas. Se acaban de ganar su respeto. Recuerda cómo, cada mañana, debe solicitarlo en el lugar donde acostumbra a desayunar. Al fondo, una terracita que roba los primeros rayos del sol, deja a un lado a unas máquinas de dardos y un billar enfrentados, como quién desea lograr el protagonismo del cliente, y al otro lado, una discreta sala con una gigante pantalla que le tienta a abandonar el antro cercano a su casa, donde hay varios, pero pequeños, televisores, causantes de innumerables tortícolis. Volverá aquí en días de interesantes partidos de futbol. Junto con el café, le acompañan un código wifi, y una oferta donde le invitan al primer café si hace un check-in. La red wifi va de maravilla, es una gozada poder revisar correo, y utilizar las redes sociales sin largas y desesperantes esperas. El café es delicioso pero ya no cuenta tanto en el valor global, hay muchos más alicientes que probar, cada cosa a su tiempo. Cuando termina, camino ya hacia su trabajo, recibe un mensaje felicitándolo por su santo. Acaba de ser conquistado, ya no volverá a su lugar de siempre, donde nunca tuvieron un detalle con él, ni siquiera uno tan simple y gratuito, como es felicitarlo por su santo.

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